Muy interesante y de mucho provecho ha sido para mí este bloque 2 del curso.
En cada capítulo he ampliado información, o mejor aún, he aprendido algo nuevo
e importante.
Completamente de acuerdo en que hay que asociar la alimentación como la
realización de un hecho placentero, agradable, sobre todo en edades tempranas.
He podido comprobar realmente, por actividades en mi aula, que los niños
disfrutan más de la comida si la asocian con un situación emocional adecuada.
Cuántas veces he oído aquello de “no me gusta” sin haber probado bocado y
cuántas veces, a través de un juego, una historia (pues mis alumnos son de
Educación Infantil) he conseguido que lo prueben y que después lo pidan a las
mamás en casa. Por supuesto, no podemos “cocinar” de todo en clase, pero
probamos frutas, verduras, quesos, yogures, tipos de pan o realizamos pequeñas
recetas o conocemos productos de los que no han oído hablar (como por ejemplo,
una alcachofa) y cada día me sorprendo más de lo reducido que es lo que han
probado en casa.
Fundamental el comportamiento ante los alimentos, en la mesa, con el resto
de comensales, el tiempo que se dedica a las comidas y en qué ambiente, y cómo
debe ser cada una de ellas.
Con capítulos como “Los valores que revela el color” o “ El sabor, un
atributo complejo” he pensado en cómo crear nuevos juegos o actividades para
mis alumnos, y así, desde la edad temprana, acostumbrarlos a asociar los
beneficios de los alimentos por los colores, ya que a esta edad de Educación
Infantil se trabaja mucho con colores y a los niños les encanta.
Tenemos una dieta Mediterránea maravillosa y hay que transmitirla a los
niños para que disfrutando y diviertiendose aprendan a comer de una manera
saludable.
Soy consciente, porque lo veo en la
escuela, que hay un aumento de la obesidad infantil y también que muchos padres
se niegan a reconocerlo, aunque sea un médico, en las revisiones de salud
escolar, quien informa a las familias. Así que no solamente educación para los
niños sino también para las familias, a través de charlas, talleres, participando
en actividades escolares con sus hijos. Sería algo muy importante.
Me he visto reflejada en las recomendaciones para hacer la compra, por
ejemplo, no ir a comprar con prisas y sobre todo, ¡con el estómago lleno! porque de verdad que
entonces entra en juego lo de “comer por los ojos más que por la boca” y termina
uno comprando lo que no hace falta o más de lo debido.
Aprender más y completar información sobre la conservación de alimentos, su
tratamiento, la forma de manipularlos, conocer otras recetas reelaboradas con
sobras de otras comidas o hacerlas más saludables me ha parecido genial.
Con mis alumnos, aunque tienen entre 5-6 años, se pueden trabajar mucho de
estos aspectos a través de juegos. Podría complementar el juego “Nos vamos de
compras” (entrada del 15/03/2016) con actividades posteriores para trabajar con
los colores de los alimentos y lo que nos indican, a elegir alimentos para una
receta (“¿Quién va con quién? Encuentra a sus amigos” sería un posible juego de
asociación, por ejemplo), conocer determinados productos e ir a comprarlos a la
tienda cercana al colegio si fuera posible, visitar un supermercado y ver cómo
se distribuyen los alimentos por secciones, etc
Con alumnos de mayor edad por supuesto las posibilidades de hacer
actividades más complejas posibilitaría el aprendizaje, desde niños, de qué
saber buscar en una etiqueta, para qué sirve ésta, realizar la etiqueta de un
producto en clase, analizar alguna receta de su propia casa y que la transformaran ellos mismo y la
ofrecieran a sus familias para hacerla en casa (y se implicaría a las familias),
etc
En resumen, creo firmemente que educar en las escuelas sobre alimentación y
nutrición como concienciación y base de una vida saludable es fundamental. ¿No os parece?