viernes, 25 de marzo de 2016

REFLEXIONANDO



Muy interesante y de mucho provecho ha sido para mí este bloque 2 del curso.
En cada capítulo he ampliado información, o mejor aún, he aprendido algo nuevo e importante.
Completamente de acuerdo en que hay que asociar la alimentación como la realización de un hecho placentero, agradable, sobre todo en edades tempranas. He podido comprobar realmente, por actividades en mi aula, que los niños disfrutan más de la comida si la asocian con un situación emocional adecuada. 

Cuántas veces he oído aquello de “no me gusta” sin haber probado bocado y cuántas veces, a través de un juego, una historia (pues mis alumnos son de Educación Infantil) he conseguido que lo prueben y que después lo pidan a las mamás en casa. Por supuesto, no podemos “cocinar” de todo en clase, pero probamos frutas, verduras, quesos, yogures, tipos de pan o realizamos pequeñas recetas o conocemos productos de los que no han oído hablar (como por ejemplo, una alcachofa) y cada día me sorprendo más de lo reducido que es lo que han probado en casa.

Fundamental el comportamiento ante los alimentos, en la mesa, con el resto de comensales, el tiempo que se dedica a las comidas y en qué ambiente, y cómo debe ser cada una de ellas.

Con capítulos como “Los valores que revela el color” o “ El sabor, un atributo complejo” he pensado en cómo crear nuevos juegos o actividades para mis alumnos, y así, desde la edad temprana, acostumbrarlos a asociar los beneficios de los alimentos por los colores, ya que a esta edad de Educación Infantil se trabaja mucho con colores y a los niños les encanta.

Tenemos una dieta Mediterránea maravillosa y hay que transmitirla a los niños para que disfrutando y diviertiendose aprendan a comer de una manera saludable.

Soy consciente, porque lo veo en la escuela, que hay un aumento de la obesidad infantil y también que muchos padres se niegan a reconocerlo, aunque sea un médico, en las revisiones de salud escolar, quien informa a las familias. Así que no solamente educación para los niños sino también para las familias, a través de charlas, talleres, participando en actividades escolares con sus hijos. Sería algo muy importante.

Me he visto reflejada en las recomendaciones para hacer la compra, por ejemplo, no ir a comprar con prisas y sobre todo,  ¡con el estómago lleno! porque de verdad que entonces entra en juego lo de “comer por los ojos más que por la boca” y termina uno comprando lo que no hace falta o más de lo debido.

Aprender más y completar información sobre la conservación de alimentos, su tratamiento, la forma de manipularlos, conocer otras recetas reelaboradas con sobras de otras comidas o hacerlas más saludables me ha parecido genial.

Con mis alumnos, aunque tienen entre 5-6 años, se pueden trabajar mucho de estos aspectos a través de juegos. Podría complementar el juego “Nos vamos de compras” (entrada del 15/03/2016) con actividades posteriores para trabajar con los colores de los alimentos y lo que nos indican, a elegir alimentos para una receta (“¿Quién va con quién? Encuentra a sus amigos” sería un posible juego de asociación, por ejemplo), conocer determinados productos e ir a comprarlos a la tienda cercana al colegio si fuera posible, visitar un supermercado y ver cómo se distribuyen los alimentos por secciones, etc

Con alumnos de mayor edad por supuesto las posibilidades de hacer actividades más complejas posibilitaría el aprendizaje, desde niños, de qué saber buscar en una etiqueta, para qué sirve ésta, realizar la etiqueta de un producto en clase, analizar alguna receta de su propia casa  y que la transformaran ellos mismo y la ofrecieran a sus familias para hacerla en casa (y se implicaría a las familias), etc


En resumen, creo firmemente que educar en las escuelas sobre alimentación y nutrición como concienciación y base de una vida saludable es fundamental. ¿No os parece?

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