Todos alguna vez hemos
indagado en internet para buscar información sobre temas que nos interesaban o
nos preocupaban, o simplemente por curiosidad o porque queríamos ampliar
conocimientos sobre algo.
Como docente, muchas
veces he buscado sobre algún tema concreto educativo, para conocer la labor o
la opinión divulgada por otros docentes como yo, conocer otras formas de
afrontar algo, blogs escolares, artículos, páginas webs, pero también alguna
que otra vez he buscado sobre un tema que se está generalizando, lo veo cada
curso escolar, y es el aumento de la obesidad infantil.
He tenido alumnos con
este problema ya desde Educación Infantil y casi siempre me he llevado la
sorpresa de que los padres, y generalmente la madre, no reconocía lo que le
decían en las revisiones médicas escolares o el pediatra en una revisión
rutinaria en su consulta: “el niño tiene sobrepeso para su edad y debe ponerse
a dieta y realizar ejercicio físico”.
Hasta en alguna
ocasión ha venido la mamá a preguntarme
si yo daba de comer en clase (¿) (cuando el centro no tenía comedor escolar), y si dispone de
comedor, como es mi caso actualmente, me han llegado a decir que estaría
engordando porque YO lo estaría dejando comer lo que quisiera o repetir, cuando
el comedor escolar funciona con sus responsables, monitores, el menú se entrega
mensualmente a los padres, y el profesorado no es quien está en el comedor, ni
da la comida, ni nada.
Eso sí, las mismas mamás no se daban cuenta
del bocadillo de “medio metro” lleno de chorizo, mantequilla, salchichón, etc
que preparaba su hijo cada día para tomar a la hora del recreo, o de la excesiva
cantidad de comida para el almuerzo escolar como: un batido, un zumo, un
actimel, un paquete de galletas príncipe, un sándwich de jamón dulce con
mantequilla, dos madalenas y unos quesitos. Y de verdad, no estoy exagerando,
lo cuento tal y como lo he vivido.
Por supuesto, el niño solo se toma una bebida y el sándwich, o el zumo y unas galletas, y el resto vuelve para casa. Pero ahora viene la segunda parte: “señorita, ¿qué le pasa al niño que no se come todo lo que le pongo? ¿Es que no le gusta o le pasaba algo?
Por supuesto, el niño solo se toma una bebida y el sándwich, o el zumo y unas galletas, y el resto vuelve para casa. Pero ahora viene la segunda parte: “señorita, ¿qué le pasa al niño que no se come todo lo que le pongo? ¿Es que no le gusta o le pasaba algo?
Qué verdad es aquello de
que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Es difícil hacer ver a
unos padres un problema que no lo consideran como tal, y difícil asesorar o
aconsejar con tacto cuando se encuentran a la defensiva.
Por ello, he buscado dos enlaces sobre este tema.
Por ello, he buscado dos enlaces sobre este tema.
El primero es un artículo
publicado en Infosalus.com, sobre la percepción errónea de los padres:
El segundo enlace, publicado por Centros para
el control y prevención de enfermedades, aporta consejos para los padres, descripción de la
obesidad infantil como un problema de salud, los riesgos que conlleva y
orientaciones y consejos para las familias. Además, al final de la publicación
aparecen otros enlaces adicionales dirigidos a las familias y/o personas que
cuidan niños, explicaciones para equilibrar alimentos, etc.: